Al nacer nos separamos del cordón umbilical (medio de transmisión del oxígeno de la madre al feto) la línea de vida que nos ha sustentado durante aproximadamente 9 meses produciéndose el primer aliento, es la inspiración más importante y enérgica que realizaremos en nuestra vida. El llenado inicial de los pulmones provoca cambios esenciales en todo el aparato circulatorio, la sangre invade los pulmones, los lados derecho e izquierdo del corazón se separan en las bombas y los vasos especializados de la circulación fetal se cierran y condensan.
Esta primera inspiración es la más enérgica que realizaremos jamás porque tiene que vencer la tensión superficial de nuestro tejido pulmonar, previamente desinflado y lleno de líquido amniótico. La fuerza requerida es 3 o 4 vedes mayor que la de una inspiración normal.
Nuestro patrón respiratorio va cambiando a lo largo de nuestro crecimiento, el bebé cuando nace realiza una respiración diafragmática, abdominal, podemos observar el movimiento de su barriguita subir y bajar con la respiración. Es la respiración más eficiente que existe ejerciendo un saludable masaje en nuestro abdomen y por lo tanto en los órganos abdominales, relaja el sistema nervioso, nos ayuda a estar enfocados en aquello que queramos lograr y optimizar mejor nuestra energía a lo largo del día. A lo largo de nuestro crecimiento por pautas y patrones inadecuados vamos cambiando el ritmo respiratorio y en muchos casos en la niñez, en la adolescencia y en la edad adulta el ritmo de la respiración es superficial e irregular, lo que supone una entrada más rápida y corta de oxígeno, activando innecesariamente nuestro sistema nervioso y utilizando más energía de la que necesitamos en determinadas actividades lo que podemos traducir por un aumento del cansancio y mayor agotamiento.
El patrón de nuestra respiración refleja nuestro estado emocional, nuestra energía. Cuando sufrimos ansiedad las respiraciones son rápidas y ruidosas. Cuando tenemos miedo, aguantamos la respiración. Cuando estamos deprimidos espiramos con un largo suspiro. Cuando estamos tranquilos nuestra respiración es suave, regular y tranquila. Nuestro patrón de respiración condiciona nuestro estado energético y emocional.
Las enfermedades provienen del desequilibrio de la energía vital y la salud es el estado de armonía y equilibrio de nuestra energía vital entre todos los órganos del cuerpo y de la mente. A veces hay exceso de energía vital y sobreviene las congestiones cerebrales, la hipertrofia de tal o cual órgano, otras veces hay defecto de energía vital y sobreviene la anemia, la debilidad, la consumación, que predisponen al organismo a la entrada de los gérmenes patógenos y su desarrollo.
La respiración yóguica fortalece el cuerpo y mejora sus funciones, calman la mente, dominan la mente, inhiben los automatismos de la mente.
Pranayama = Prana (energía vital, fuerza vital) a nivel físico, energético y mental, y Yama (pausa o retención). Es el control sobre la respiración.
En el Universo se encuentra el Prana que es la fuerza dinámica que lo moviliza y nos moviliza. Las numerosas técnicas de Pranayama permiten absorber y tomar Prana regulándolo adecuadamente en el cuerpo y la mente. El Prana es la única y primordial energía del universo que se manifiesta en las diversas modalidades de pensamiento, electricidad, fuerza vital, luz, calor, magnetismo, atracción, cohesión, afinidad, sonido y movimiento, según la tónica de vibración.
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Fuentes:
Yoga para el mundo de hoy. Ramiro Calle.
Raja Yoga. Swami Vivekananda.
Anatomía del yoga. Leslie Kaminoff.
Relajación total. John R. Harvey.
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